Los efectos del cambio climático ya se pueden percibir de manera clara. Más allá de la climatología, éstos están empezando a afectar a la meteorología, la economía, la agricultura, la calidad de vida, además de otros ámbitos. En este aspecto, los mercados de energía no son una excepción y también sufren de su influencia. Las previsiones estacionales apuntan a un invierno seco en el Mediterráneo y lluvioso en el centro y norte de Europa.
Sin intentar ser un estudio riguroso de los efectos del cambio climático, se puede observar una cierta tendencia al aumento de las temperaturas en los últimos veinte o treinta años, observando la evolución anual del índice de temperaturas de España peninsular de AleaSoft. Un aumento de la temperatura significa veranos más calurosos e inviernos menos fríos. Estos cambios de temperatura influyen en el volumen del consumo de electricidad, pero también en su distribución a lo largo del año, trasladando parte del consumo en calefacción del invierno a demanda para la climatización en verano.
También se describe como consecuencia del cambio climático un aumento de la cantidad y duración de las sequías, pero también de las precipitaciones concentradas en poco tiempo que llevan a episodios de temporales e inundaciones. En conjunto, un aumento de la frecuencia y la magnitud de los fenómenos meteorológicos extremos. Tampoco queriendo ser una prueba científica de los efectos del cambio climático, sí que se observa una mayor variabilidad de la producción hidroeléctrica en Europa en los últimos veinte años.
Algunos estudios apuntan que el cambio climático podría hacer más frecuentes fenómenos meteorológicos globales como El Niño o La Niña. Un caso extremo que se indica como posible consecuencia del aumento de la frecuencia de La Niña es el periodo prolongado de diez años seguidos de sequía que se está viviendo en Chile.
No está claro cómo pueden llegar a afectar el clima y la meteorología en Europa estos fenómenos originados en el hemisferio sur, pero hay algunas indicaciones que lo asocian a inviernos y primaveras muy lluviosas en el norte de Europa y más sequías en el Mediterráneo.
Las previsiones de precipitaciones a medio plazo apuntan a un invierno seco en el sur del continente europeo. Esta situación de precipitaciones por debajo de los valores históricos abarcaría sobre todo la península ibérica, pero también afectaría al sur de Francia, a la península itálica y hasta a Grecia. Esta situación de menores precipitaciones y, consecuentemente, menor producción hidroeléctrica normalmente va asociada a precios más altos en los mercados de electricidad.
Por el contrario, la situación en el centro y norte del continente podría ser de una estación más húmeda que la media histórica. De producirse esta diferencia entre norte y sur, el flujo global de las interconexiones de electricidad sería claramente del norte, con más producción hidroeléctrica y menores precios, hacia el sur, con menor producción hidroeléctrica y precios más altos.
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