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Jofemar Energy Maura Cólera Palacios, directora de Tecnología del Departamento de I+D de Electroquímica 1.- En la actualidad el almacenamiento de energía no está definido en la regulación excepto para el bombeo y el almacenamiento térmico, por lo que el resto de tecnologías quedan fuera de los diferentes modelos de negocio. Por ello es imprescindible su regulación para poder avanzar hacia un mercado único de electricidad y de esta forma mejorar la eficiencia energética y reducir los costes de energía. Esa regulación debe de marcar los pasos a seguir y los plazos para cualquier sistema de almacenamiento energético, así como estandarizar los parámetros para que todos los desarrolladores puedan trabajar en la misma línea. 2.- En los próximos años el mercado de la acumulación de la energía eléctrica estará BALANCE 2016 Y PERSPECTIVAS 2017 formado por un mix de las diferentes tecnologías dependiendo de la aplicación y del entorno, destacando las baterías de litio y plomo y entrando con fuerza las baterías de flujo. 3.- Los sistemas de almacenamiento juegan un papel fundamental en la optimización del autoconsumo y de las instalaciones de energías renovables, ya que ayudan a tener una energía más asequible y más barata cuando se necesita. El desarrollo de las tecnologías de almacenamiento y su disminución de precios serán claves en ese desarrollo, siempre que la legislación y normativas pertinentes apoyen este modelo. 4.- El mercado de baterías para almacenamiento en el sector energético ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años ligado, principalmente, a un incremento en la implantación de proyectos de energías renovables. Las diferentes tecnologías de almacenamiento actúan de estabilizadores de la red, garantizando la calidad, el suministro y la fiabilidad eléctrica y proporcionando un soporte a la operación de la red, por eso son fundamentales. Además, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), se estima que la cuota mundial de las energías renovables se duplique para el año 2030. Por ello, las perspectivas de negocio para el almacenamiento energético en general, y en concreto para nuestras baterías de flujo, son muy buenas para los próximos años. Saft Javier Sánchez Collada, Sales Manager, Civil Electronics and GRID Iberia & LATAM 1.- El desarrollo de la regulación debería tener en cuenta dos objetivos claros: por un lado, favorecer la penetración de las renovables (eólica y solar) y, por otro, minimizar la dependencia de los combustibles fósiles. El almacenamiento de energía debe ser considerado como el camino hacia el cumplimiento de esos objetivos. 2.- En el caso de acumuladores para altas potencias en aplicaciones de reserva primaria, respuesta en frecuencia o control de rampa, la tecnología de litio ion está demostrado la mayor madurez y viabilidad técnica. Respecto a almacenamientos para periodos de tiempo prolongados, no está tan claro. Aquellas tecnologías que demuestren menores retornos de inversión, considerando no sólo la capitalización inicial como también los costes de explotación, serán las que dominarán el mercado. 3.- Está constatado que cuanta mayor penetración de las energías renovables se busca, más necesario es acumular energía. Por tanto, si por autoconsumo se entiende el aprovechar al máximo los recursos renovables a los que se tiene acceso para depender menos de la red, parece evidente que el almacenamiento de energía jugará un papel clave. La cuestión a resolver es qué cantidad de almacenamiento ofrecerá el balance óptimo entre autonomía y dependencia. 4. El futuro está en perfiles de demanda de energía en poco tiempo (alta potencia y respuesta rápida) para rentabilizar al máximo la energía intercambiada. Por ejemplo, lo encontramos en sistemas marinos para la hibridación de ferris que buscan reducción de emisiones; microgrids formados por fotovoltaica y grupos diésel; sistemas de recarga rápida al final de línea en plataformas de movilidad urbana; entre otros. Por otro lado, también consideramos que habrá un crecimiento significativo en aplicaciones para la Internet de las Cosas (IoT), donde se demandarán acumuladores de energía primarios (no recargables) que darán soporte a despliegues en campo de numerosos dispositivos que estarán monitorizando el entorno durante años. 21 energética XXI · Nº 162· DIC16


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